La llegada a casa de tu perro
Posiblemente el recuerdo de tu animal de compañía entrando en casa por primera vez, será de los recuerdos más memorables que tengas. Haz que ese momento sea perfecto. Toda la familia tiene que estar unida. Disfrutad de la experiencia y no le atosiguéis con demasiados achuchones, por lo menos todavía…
Si os habéis decidido por adoptar y abrirle las puertas de vuestro hogar (y de vuestro corazón) a un animal abandonado, muchas de las pautas a seguir os las deben haber explicado desde el centro de acogida. De todas maneras, si os apetece ampliar la información, nosotros os damos algunas recomendaciones
Cruzar la puerta con las dos patas derechas
Déjalo entrar, puede que se muestre tímido, no te preocupes, dale tiempo. No le enseñes la casa como a una amiga, es más, déjalo rondar por las habitaciones para que huela todo lo que tenga que oler y que se extrañe una y otra vez de todos esos sonidos raros y nuevos pero intenta evitar que se asuste. Obsérvalo y disfruta de su instinto animal.
Bienvenido a tu casa
Bueno pues, tras su exhaustivo análisis olfativo y tras haber pasado revista por su nuevo hogar podemos mostrarle sus espacios.
Le marcaremos las zonas de ocio y necesidad para que así desde el primer momento tenga claro que forma parte de una nueva familia. Lo ideal es preparar el hogar y sus cosas antes de su llegada.
En primer lugar, prepara una zona de descanso, donde irá a roer cualquier juguete o descansar plácidamente. Sitúalo en un lugar de la casa tranquilo pero sin aislarlo. Tu nuevo compañero tiene que sentirse parte de la vida familiar incluso estando cómodamente tumbado en su cama.
También es muy importante tener un espacio para comer y beber.
Infórmate sobre la dieta y las rutinas que practicaba antes de adoptarlo y adáptalo, poco a poco, a sus nuevos horarios. Seguramente descubrirás un universo paralelo en torno a la comida. Tómate tu tiempo y no escatimes en lo que para él será muy importante.
Designa un espacio para hacer sus necesidades por si hubiera algún imprevisto. Los perros adoptados se adaptan con facilidad y se amoldan rápidamente a la rutina de sus dueños, no tendrás ningún problema en enseñarle a hacer sus necesidades en la calle a no ser que adoptes a un cachorro, en este caso, tendrás que preparar un espacio forrado con papel de periódico y limpiar muy bien la zona donde haga sus necesidades, mucho ojo con utilizar productos tóxicos y productos que contengan amoníaco.
Una casa a prueba de todo
Los cachorros son curiosos. Evita los accidentes y coloca fuera del alcance de tu peque los productos de limpieza, los cables eléctricos, las plantas tóxicas y otros objetos que pueden llamar su atención pero es mejor que no toque. Más adelante le enseñarás cómo comportarse pero de momento es preferible adelantarse a los problemas y crear un entorno seguro. Si has adoptado un perro adulto, este aspecto es menos importante pero igualmente los primeros días es mejor evitar accidentes e ir observando cómo se comporta en su nueva casa.
Con una pata en casa y con otra en el veterinario
Pasa por ese veterinario tan bueno que te han recomendado, sí, sí, ese que está justo en tu calle y descubre todo lo que tu mascota necesita, desde las vacunas hasta como socializarlo, si es un cachorro.Pon al día su cartilla y no olvides el microchip, así tendremos a nuestro amigo en perfectas condiciones para que pueda pasear sin problemas. Dependiendo del tipo de raza que adoptemos habrá que realizar diferentes tramites. Es muy importante conocer todo sobre nuestro animal y así evitar sorpresas.
La rutina será vuestra aliada
La rutina será tu mejor aliada y sobre todo la de tu can, verás que te librarás de muchas batallas, de este modo, todos seréis más felices. Establece rutinas acorde a tu ritmo de vida, respétalas para que tu perro sepa cuando comerá, cuando hará sus necesidades y cuando jugará. Verás que con rutina comprenderás mejor a tu nuevo amigo y él a ti. Por cierto, no se te olvide ahora achucharlo un poco más.
Normas claras desde el principio
Enséñale las buenas costumbres desde el principio y no esperes a que desarrolle malos hábitos para luego corregirlos. Sé coherente y paciente: es la manera mejor de empezar con buen pie vuestra relación. Si no quieres que se suba al sofá, acostúmbralo desde el principio a dormir en su camita y a respetar la “zona prohibida”.
Enséñale a esperar antes de comer o de salir a pasear, a pararse cuando le dices de hacerlo y no te olvides de su nombre. Él todavía no sabe cómo se llama. Y si viene de una protectora y ya tiene un nombre, no pasa nada: si te gusta lo mantienes y, si no, se lo puedes cambiar.
Utiliza premios para enseñarle y la educación se convertirá en un momento divertido que estrechará vuestro lazo afectivo. Él entenderá de qué pasta estás hecho y tú disfrutarás de un perro estable y amable.