Los perros dan alegría en las residencias de mayores
Todos los viernes Idoia, fisioterapeuta, Laia, educadora social y Marta, psicóloga, organizan talleres con perros para los residentes, lo que da pie a mil y una historias que contar.
"Paulina era una señora que sufría una demencia muy avanzada. Cuando venían los perros reaccionaba de una manera sorprendente", relata Laia. "Le cambiaba totalmente la expresión de la cara. Solo sonreía los días que venían los perros o cuando le decíamos algo que tenía que ver con ellos". Marta recuerda lo que dos abuelas tramaron en secreto. "Para Navidad, dos abuelitas hicieron dos bufandas de lana. Cuando vinieron los perros le regalaron una a cada uno. Las hicieron ellas con sus agujas a escondidas sin decirnos nada a nosotras".
Idoia no puede olvidar la historia de Paquita. "Como fisioterapeuta Paquita me daba mucho trabajo porque no podía casi moverse", cuenta. "Sin embargo, cuando le decíamos ‘Hoy toca perros’, movía la mano inconscientemente. Hacía más ejercicio con ellos que conmigo en el gimnasio durante todo un mes".
En la residencia también hay dos pájaros, que ayudan a Laia a mejorar las aptitudes sociales de los ancianos. "A los abuelos les encanta limpiar la jaula de los pájaros y sienten que tienen una responsabilidad. También les agrada peinar a los perros y se preocupan por que estén siempre bonitos y perfumados. Por ejemplo, un abuelo es el encargado de comprar la comida de los animales y eso le hace sentirse importante".
Para Carnaval las terapeutas y los abuelos disfrazan a los perros. "Uno le pone un pañuelo, otro un gorro... Se divierten mucho", cuenta Marta. Pero los perros no solo suponen una alegría para los abuelos, porque para Laia, Marta e Idoia, también los viernes son un día especial. "El día que vienen los perros nosotras estamos más contentas. Hay que levantarse para ir a trabajar, es cierto, pero estarán los perros, y eso hace que uno venga con más motivación", dice Marta riendo.