Cuando eres hijo único y tus padres trabajan, hay momentos de bajón en los que no sabes a quién acudir, dónde encontrar un abrazo o una caricia. Pero con un perro las penas se van enseguida. Mi perro es mi hermano pequeño, el amor de mi vida, con quien duermo todas las noches en mi cama, mi compañero de vida, mi salvación y el que me quita las lágrimas de un lametón. Mi perro es mi vida entera.